Convento de Lausana, 1875 e∴ v∴
Grandes Constituciones de Berlín, 1786 e∴ v∴
Manuscrito Essex, 1750 e∴ v∴
Diálogo entre Simón y Felipe, 1740 e∴ v∴
La Masonería Según las Escrituras, 1737 e∴ v∴
Manuscrito Graham, 1726 e∴ v∴
La Institución de Los Franc-Masones, 1725 e∴ v∴
Manuscrito Kewan, 1714-1720 e∴ v∴
Según la traducción francesa de Patrick Négrier aparecida en La Franc-Maçonnerie d’après ses textes classiques. Anthologie 1599-1967, Detrad, 1996 (impreso en Atenas). El texto fue publicado por primera vez en Harry Carr, The Early Masonic catechism, Kila (MT), Kessinger Publishing Company, 1963, p. 183. Las notas son de P. Négrier. Se observará que el texto es prácticamente idéntico al del Manuscrito de Edimburgo.
Forma en la que se da la Palabra de masón
La persona que debe recibir la palabra está de rodillas, y después de un cierto número de gestos destinados a asustarle, le hacen tomar la Biblia y poner su mano derecha encima; invocan ante él muchas amenazas por si acaso rompiera su juramento. El sol en el firmamento y toda la compañía presente darán testimonio contra él, lo que será la causa de su condena, por la cual no dejarán de asesinarle. Es entonces, después de que haya jurado secreto, cuando le dan el juramento como sigue:
Por Dios mismo, y a la espera de que rindáis cuentas a Dios cuando os encontréis desnudo ante Él en el gran día del juicio, no revelareis nada de lo que vais a ver u oír hoy, ni de palabra ni por escrito, cuando sea, ni trazareis con la punta de una espada o de otro instrumento sobre la nieve, o sobre la arena, y no hablareis excepto con alguien que haya sido recibido masón… ¡Que Dios venga en mi ayuda!.
Después de que haya prestado este juramento, es alejado de la compañía con el último masón recibido, y una vez se le ha asustado suficientemente haciendo mil gestos y melindres, el segundo masón le enseña la manera de hacer en lo que concierne a los signos y las posturas, que son como sigue. Yo vengo aquí, yo, el más joven, el último aprendiz que ha sido recibido, pues lo he jurado por Dios y por san Juan, por la escuadra y por el compás, y por el juez universal, a asistir a mis maestros en el servicio a la honorable logia desde el lunes por la mañana hasta el sábado por la noche, para guardar las llaves, so pena de que se me corte la lengua por debajo del mentón, y de ser sepultado en un torrente, allí donde nadie lo sepa.
Entonces hace de nuevo el signo, que consiste en trazar con la mano una línea bajo el mentón atravesando la garganta, para significar que ésta le será cortada en el caso de que rompiera su promesa. Después todos los masones presentes murmuran la palabra entre ellos, comenzando de manera que finalmente le llegue al maestro masón, quien le da la palabra al último aprendiz recibido.
Hay de señalar ahora que todos los signos y palabras, como aquellos de los que en otro lugar se habla, pertenecen no solamente a los aprendices recibidos, sino también al maestro masón o a los compañeros de oficio. En primer lugar, todos los aprendices deben ser alejados de la compañía, y nadie será invitado a quedarse excepto los maestros. Entonces, aquel que va a ser recibido como miembro de la compañía debe ponerse de nuevo de rodillas, y pronunciar otra vez el juramento que se le ha dado, después de lo cual debe salir de la compañía con el maestro más joven a fin de aprender la palabra y los signos del compañerismo; entra después nuevamente, hace al maestro los signos del compañerismo, y dice las mismas palabras que a su entrada, omitiendo esta vez el juicio universal. Luego los maestros murmuran la palabra entre ellos comenzando por el más joven, como antes. Tras esto, el masón más joven avanza y se pone él mismo en la postura en la que debe el otro recibir la palabra, y dice a todos: La honorable compañía, los respetables masones y la honorable compañía de la que vengo os saludan bien, os saludan bien, os saludan bien.
Algunas de las preguntas que los masones acostumbran a hacer a aquellos que declaran poseer la palabra de masón, con objeto de reconocerles:
– ¿Sois masón?
– Responded: Sí, ciertamente, lo soy.
– ¿Cómo debo entender esta respuesta?
(La comprenderéis) en el tiempo y lugar oportunos (nota: esta respuesta no debe darse más que cuando estéis en sociedad y no haya masones presentes; pero si no hay mucha gente allí donde estéis, podéis responder con los signos y los demás puntos de vuestra recepción).
– ¿Cuál es el primer punto de vuestra recepción?
Respuesta: dadme el primero y yo os daré el segundo. El primero es oír y callar. El segundo, bajo pena de trazar una línea con la mano derecha desde la oreja izquierda a la oreja derecha, para cortaros la garganta.
– ¿Dónde habéis sido recibido?
Respuesta: En una logia honorable.
– ¿Qué es lo que hace a una logia justa y perfecta?
Respuesta: 7 maestros, 5 aprendices, a un día de marcha de una población, de manera que no pueda oírse ni el ladrido de un perro ni el canto del gallo.
– ¿Nada más hace a una logia justa y perfecta?
Respuesta: 4 maestros, 3 aprendices recibidos y el resto tal como ya he dicho.
– ¿No hay nada más?
Respuesta: Cuantos más hay, mayor es la alegría, y cuantos menos, mejor es la carne.
– ¿Cuál es el nombre de vuestra logia?
Respuesta: La logia de Kilwinning.
– ¿Cómo está orientada vuestra logia?
Respuesta: Este-oeste, como el templo de Jerusalén.
– ¿Dónde estuvo la primera logia?
Respuesta: En el atrio del templo de Salomón.
– ¿Hay luces en vuestra logia?
Respuesta: Tres, al nor-este, al sud-oeste y en el paso del este. La primera indica el maestro masón, la segunda la palabra, la tercera el compañero de oficio.
– ¿Hay joyas en vuestra logia?
Respuesta: Tres, una piedra bruta, una piedra cúbica y un gran óvalo.
– ¿Dónde podría hallarse la llave de vuestra logia?
Respuesta: A tres pies y medio de la puerta de la logia, bajo una piedra bruta…
– ¿Qué entendéis por una piedra bruta…?
Respuesta: Quiero decir no solamente bajo una piedra bruta, sino también bajo el pliegue de mi hígado, allí donde yacen todos los secretos de mi corazón.
– ¿Cuál es la llave de vuestra logia?
Respuesta: Una lengua bien puesta.
– ¿Dónde está esa llave?
Respuesta: En la caja de hueso.
Una vez que los masones os hayan examinado por medio de todas o de una parte de estas preguntas, y de que hayáis respondido con exactitud, os reconocerán como aprendiz. Pero no como maestro ni como compañero del oficio.
De modo que os dirán: Vemos que habéis entrado en la cocina, pero ignoramos si habéis entrado en la sala.
Respuesta: He entrado tanto en la sala como en la cocina.
– ¿Sois compañero del oficio?
Respuesta: Sí.
– ¿Cuántos puntos hay en el compañerismo?
Respuesta: 5, a saber: pie contra pie, rodilla contra rodilla, torso contra torso, mano contra mano, y oreja contra oreja, lo cual constituye los signos del compañerismo: dadme las manos, y os daréis cuenta de que soy un verdadero masón.
La palabra está en I Reyes, 7, 21, y en II Crónicas, 3, en el último versículo. Todo el versículo, pero en particular las palabras J∴ y B∴